Nosferatu. La sinfonía de Murnau revisitada

Robert Eggers vuelve al género del terror con una nueva versión de la inmortal película de F. W. Murnau Nosferatu. Una sinfonía de terror, seminal película de género que presentó a uno de los vampiros más representativos de la historia, El conde Orlok. Eggers recoge todo el aspecto más ocultista y lo amplía, además de representar a un vampiro diferente a lo más tradicional y otorgar a sus imágenes un cariz del Expresionismo alemán, estableciendo lazos comunes a su primera obra, La bruja, hermanando los dos largometrajes gracias a su estilo tan sosegado a la vez que angustioso, donde lo sobrenatural contamina y pudre las vidas de los personajes. Película que está teniendo un recibimiento más bien negativo por parte del público, cuando esta obra es muy continuista en la obra de este realizador.

La trama

Thomas Hutter es una agente inmobiliario que debe desplazarse a Los Cárpatos para ultimar la venta de una finca a un conde local. Al poco de llegar, este conde lo secuestra y se desplaza hacia Wisborg en busca de Ellen, la esposa del vendedor y con la cual tiene una conexión muy especial.

Promoción de Nosferatu

Los actores

El reparto está encabezado por Nicholas Hoult, que ya apareció hace un par de años en una película de vampiros, Renfield, como Thomas Hutter y a Lily-Rose Depp como su esposa Ellen Hutter; Aaron Taylor-Johnson en el rol de Friedrich Harding, amigo de Thomas y que tendrá a Ellen como huésped; Willem Dafoe, que participó en la película La sombra del vampiro, narra el rodaje del Nosferatu de Murnau interpretando a Max Schreck, el actor que dio vida a Orlok, asume el papel del profesor Von Franz, trasunto de Abraham Van Helsing; y en el papel del chupasangres se encuentra Bill Skarsgârd, actor que se encuentra cómodo en papeles que requieran una ardua labor de maquillaje.

Opinión

Cuando un director con unas líneas artísticas tan definidas y unas inquietudes que va desarrollando a lo largo de su obra estrena nuevo largometraje, hay que entrar en la sala con el conocimiento de que el discurso y estilo van a ser similares. Con las cuatro películas estrenadas hasta la fecha, Robert Eggers muestra su fascinación por lo sobrenatural. En La bruja las hechiceras y la magia negra conviven con lo "real"; El faro es la más críptica y también la fascinación y embrujo que desprende la luz del edificio cautivan y emponzoñan a los fareros; El hombre del norte hace real las leyendas vikingas con la (otra) bruja que guía al protagonista.

Entrando en la pesadilla

En su Nosferatu, Eggers expande todo el aspecto más espiritista que tiene la obra original y que obras posteriores relativas al vampirismo han dejado de lado por algo más físico y sangriento. Todos los símbolos que Murnau expuso en su película son desarrollados en esta nueva versión, otorgando al conde Orlok un aura de malevolencia más siniestra que ser un simple chupasangres. La salida de las ratas, cuando el barco donde viaja el conde llega a puerto y propaga la peste, evidencia que la llegada del vampiro va a oscurecer las vidas de los habitantes del pueblo, así como la poderosa imagen de la sombra de la mano del conde que recorre todo el pueblo mediante una vista aérea del lugar. También alarga la trama del jefe de Hutter, que está subyugado por Orlok, seguramente por estar metido en artes espiritistas. En la historia original se nos muestras mediante objetos ocultistas y ahora por medio de escenas donde este personaje practica artes oscuras. Convierte a un simple remedo del Renfield de la novela Drácula de Bram Stoker en algo más amenazante.

Otro aspecto a destacar es que desde el principio existe una conexión psíquica entre Orlok y Ellen Hutter, una conexión que hace parecer a la mujer como una persona desequilibrada, elaborando así una crítica a la forma de cómo se diagnosticaban los problemas femeninos, achacándolos a neurosis o histeria, minusvalorando así a la enfermedad y a la mujer.

Willen Dafoe dándolo todo

Una de las mayores críticas que tiene esta película es la caracterización del vampiro. De primeras se puede llegar a pensar que se limitarían a rescatar el aspecto del chupasangres de 1922, con esos dientes de rata y orejas puntiagudas, y la versión que vemos es muy diferente a lo visto, sobre todo por un detalle concreto. Al principio puede chocar, pero después se le puede encontrar cierta lógica a la decisión. Una cosa que no me gustó es la última secuencia que transcurre en el dormitorio de Ellen, donde se nota demasiado lo digital en el cuerpo del malvado personaje.

Y otra pega, en este caso la principal, es la dirección de actores. Exceptuando al personaje de Ellen, el resto del elenco está demasiado sobreactuado, muy excesivo, cayendo en ocasiones en la comedia involuntaria, sacándome de la película el algún momento. El que está más pasado de rosca es Willen Dafoe, con unos momentos demasiado intensos sin que la situación requiera ese nivel. Una pega importante pero que no desmerece el enorme trabajo que han llevado a cabo todos los departamentos técnicos del largometraje.

Una playa nada divertida

La titánica labor de interpretación física que lleva a cabo Lily-Rose Depp es magnífica, logrando con su cuerpo un valor añadido a todo el tormento mental que está sufriendo, un exceso bien medido y acorde con lo que se quiere mostrar.

Eggers, al igual que Denis Villeneuve, es un esteta de la imagen, y demuestra con cada película su capacidad para componer imágenes poderosas, utilizando una maniobra habitual en él, el paneo lateral, para mostrarnos el espacio donde se ubica la acción y situar al espectador en dicho espacio. En El hombre del norte lo utiliza cada vez que se presenta una nueva localización para deleitarnos con paisajes naturales espectaculares y en Nosferatu transmite desasosiego y hasta claustrofobia, como en la parte que transcurre en el castillo de Los Cárpatos.

Poster oficial Nosferatu

Una obra mayúscula de un director que está construyendo una filmografía sólida e interesante.