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1992. La venganza prende fuego en Sevilla

Después de sus proyectos en Prime y en HBO, Álex de la Iglesia presenta una miniserie para Netflix, ambientada entre Madrid y Sevilla, con el aura nostálgica del año de la Exposición Internacional de Sevilla como telón de fondo. Un thriller que deja a un lado las inquietudes más bizarras del director, estando más contenido que en la irregular e inconclusa 30 monedas.


1992
Carátula de la miniserie

La trama


Richi, un antiguo policía reconvertido en vigilante de seguridad con problemas con la bebida, se ve envuelto en una investigación cuando el dueño de una empresa para la que trabaja como vigilante muere en un incendio y descubre evidencias de que hay algo más. Junto con Amparo, la esposa del fallecido, irán a avisar del peligro a un grupo de importantes empresarios y políticos que participaron en la Expo'92 de que hay un asesino que quiere acabar con ellos, ya que en el escenario de cada muerte deja una figura de Curro, la mascota de la exposición.


El asesino de 1992 en plena faena
En plena faena

Los actores


El plantel actoral está encabezado por Fernando Valdivieso en su primer papel como protagonista interpretando a Richi, un vigilante de seguridad que se refugia en el alcohol por problemas personales y que este caso le puede servir como redención; la coprotagonista es Marian Álvarez como Amparo, la viuda que quiere descubrir a toda costa al responsable de la muerte de su marido. Y como secundarios tenemos a Paz Vega como Carmen, una policía forense de baja pero que se verá involucrada en el caso y aportará ayuda al dúo protagonista cuando nadie cree su historia; Gorka Lasaosa en el rol del comisario Robledo, que en un principio pondrá palos a las ruedas al caso; y como los empresarios corruptos que serán objetivo del asesino pirómano están Jaime Ordóñez como Palacios, el ministro de Interior chantajeado por lo sucedido en la Exposición Universal; y el que se roba la serie en cada aparición, Carlos Santos interpretando a Fernando Victoria, que es un joven empresario durante la Expo reconvertido en alguien poderoso y que ayudará a la pareja protagonista a capturar al vengador.


dos personas una hablando por teléfono móvil
El dúo protagonista

Opinión


Yo he disfrutado bastante de esta miniserie. Con un primer episodio algo irregular con el que cuesta conectar, con el final del mismo ya uno está dentro de la historia. Con trenes subiendo y bajando de Madrid a Sevilla, vamos viendo las peripecias del vigilante y la viuda, descubriendo los tejemanejes que hicieron los promotores de la exposición, lucrándose con el presupuesto y usándolo en actividades ilícitas, una de esas en concreto la causa de que estén siendo asesinados.


De la Iglesia está más atado que en otras producciones suyas, yendo al grano y no metiendo paja a una historia que no lo necesita. También es cierto que hay ocasiones en que la sucesión tan rápida de planos no sea de mi agrado. Lejos de la ambición temática que tiene en 30 monedas, ese homenaje al cine fantástico y de terror, aquí cuenta una historia sencilla, donde tiene como trasfondo la corrupción política, el abuso y aprovechamiento a los menos desfavorecidos, y los traumas emocionales que quedan después de pasar por un suceso trágico, sea refugiarse en el alcohol, o apartarse de todos para rumiar la venganza. Y su último episodio, el acto final que de la Iglesia suele ser fallido, es correcto. Con una secuencia en un tren que acaba de traca y que deja la historia cerrada, dejando un resquicio por si la dupla Richi-Amparo pueden volver, pese a que su arco esté completo.


De los personajes el de Paz Vega queda más como un comodín para que la trama avance, pero no llega a molestar. Y el que mejor se lo pasa es Carlos Santos, con un personaje clave para que los protas descubran la verdad. Creo que es el que mejor sabe en dónde está y hace una actuación algo caricaturesca pero efectiva para lo que es la serie.


La crítica está siendo más negativa, por razones como la inexactitud de las localizaciones o el uso de los tópicos andaluces, recursos que no nos damos cuenta que usan en otras producciones. Comprendo esas críticas, pero juzgar la trama por estos detalles lo veo algo injusto. Porque al final no deja de ser ficción, y el uso de estos estereotipos sirven para avanzar la trama, como la secuencia de Amparo entrando en una barriada conflictiva. Nadie con sentido común entraría en estos sitios, pero no deja de ser algo ficticio y se puede utilizar para descubrir detalles de la historia y crear suspense. No se debería ser tan duro con estos productos cuyo fin no es retratar la sociedad sino contar una historia para entretener al personal.


Recomiendo esta producción de Netflix como válvula de escape televisiva después de un día de trabajo. No es una crónica sobre el lado turbio de la Expo`92, ni un true crime sobre crimínales, es solo una historia de suspense.


una persona con chándal verde y muchos curros de la expo 92
Esto es todo

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